Injustamente llamada ausencia de luz
cálido abrazo de la anonimidad
tarde de invierno
noche de verano
Con ella compartí la fuerza de Cortázar
y el abrazo del bolígrafo de Benedetti
cada palabra que nos hace sentir
cien años de soledad
Sólo supe que era suyo ese hombro
cuando bailamos en ella
y mis ojos lloraban con cada letra
de los versos del inventado escritor Hipólito
Junto a su torpe y firme sollozo
lloré ríos de tinta en mi mente
que nunca llegaron a papel o semejante
que se borraron en su ausencia
Esos cristales que nos reflejan en el vagón
a través de los cuales
se la ve bailar
atrapando cada árbol, cada segundo, cada puente
Estas doce campanadas
a las que acompaña desde siempre
pidiendo que pasen los días
y volver a encontrarnos despiertos
Porque cada noche, cada sueño,
cada pentagrama, cada libro
la tienen por musa
y sabe que ella no escapará de futuros encuentros
Altar de compromiso
sombra de resignación y atrevimiento
despiértame en tu compañía
y llévame contigo de nuevo hacia mi mundo de color paisaje.
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