sábado, 31 de diciembre de 2011

Oscuridad.

Injustamente llamada ausencia de luz
cálido abrazo de la anonimidad
tarde de invierno
noche de verano

Con ella compartí la fuerza de Cortázar
y el abrazo del bolígrafo de Benedetti
cada palabra que nos hace sentir
cien años de soledad

Sólo supe que era suyo ese hombro
cuando bailamos en ella
y mis ojos lloraban con cada letra
de los versos del inventado escritor Hipólito

Junto a su torpe y firme sollozo
lloré ríos de tinta en mi mente
que nunca llegaron a papel o semejante
que se borraron en su ausencia

Esos cristales que nos reflejan en el vagón
a través de los cuales
se la ve bailar
atrapando cada árbol, cada segundo, cada puente

Estas doce campanadas
a las que acompaña desde siempre
pidiendo que pasen los días
y volver a encontrarnos despiertos

Porque cada noche, cada sueño,
cada pentagrama, cada libro
la tienen por musa
y sabe que ella no escapará de futuros encuentros

Altar de compromiso
sombra de resignación y atrevimiento
despiértame en tu compañía
y llévame contigo de nuevo hacia mi mundo de color paisaje.

...entre versos

Puede que hoy sea Navidad
y puede que no lo sea la verdad
y yo sólo sé donde me encuentro
entre el bullicio sin miedo

La noche en que los cerezos
se convierten en palabras
floridas deseadas
por un mí en cualquier momento

Y sonrío en el infierno
hundiéndome en ningún lamento
aunque sepa lo que hago
aunque tenga claro lo que quiero

El sólo comprometerme con los libros
me fascina
y con alguna conversación de vez en cuando
para no perder la costumbre
y para no comprenderme a mí mismo

El silencio se compadece de nosotros
y la luz se va robándonos las horas
y bien sabe que las necesitamos
para planear
viajar
soñar
pero el sueño no acompaña

Puede que sea un objetivo
ese comienzo
pero ciertamente no lo creo
sigo buscando

Calles plazas cuadernos
un simple ventilador en el techo
poca experiencia me avergüenza
a la hora de silenciar los sueños

Bebamos amigo bebamos
pues ya sabemos lo que queremos
queremos seguir buscando
por este tapiz eterno
y encontrarnos
antes que al resto
entre nuestros escombros

Escombros de aves y grandes peces
escombros entre los techos
Y encontramos a los hombres
las mujeres
que nos descubren a nosotros mismos
pues yo sólo seré para ellos un nombre oculto
entre versos.

lunes, 19 de diciembre de 2011

...carne junto al Sena.

Caminemos y busquemos, compañera,
que la luna nos traerá la muerte
y sentados en la bravura de esas canciones de cuna
juguemos con la suerte.

Pero, compañera, ¿dónde están mis cordones?
sin ellos no puedo salir a nadar por las nubes.

Las hadas salen a aburrirse por el campo
en días como este.

Pero aquí no nieva, la sangre cae sobre la tierra
y salen flores color violeta que calman las fieras.

Ay, compañera, que pena que seas corbata.
Ojalá fueras reloj o caliente bufanda,
pero eres corbata.

Una vieja con un acento horrible
se tira desde lo alto de Notre Dame.

Cae el agua sobre la tarta.
Ya no es dulce ni salada.

Pero cantemos, cantemos todos,
que se acerca Navidad.
Pasemos frío y sueño con el
gordo de Santa.

Un hombre hambriento encuentra
carne con un acento horrible
junto al Sena.

domingo, 18 de diciembre de 2011

...son buenas en el mismo lecho.

Puede que camine por la calle o puede que los valles hayan atrapado el momento de necesitar un ella que no tiene por qué ser más que una botella, aunque esté a medias, aunque haya sido violada por otros labios, aunque le pesen los años.

Pues estas cristalinas damas son la únicas a las que la mañana y el tiempo no les sienta mal. Y como dicen: una de cal... y otra de avena, que me ha dado por recordar cadenas, cadenas que se rompen al navegar.

Y si nos ponemos a caminar podremos ver la Luna llena, llena de frases que se pisan al pasar, frases que no merece la pena recordar.

Miro a la ventana y no me devuelve la mirada. Nada, no veo nada. Incluso el viento que aquí es mi aliento ha huido con la calma. Ese viento que en su momento fue mi compañero de cama y le dejaba acariciar mi cuerpo como si fuera lana.

Retomemos la botella. Estaba ella tranquila, apoyada sobre una estrella. De compañía,señores, tenía tres volcanes, una rosa y una boa o un sombrero.

La transparente en cuestión llegó un buen día a esa estrella durmiente. Durmiente porque había sido abandonada por su humilde dueño, que se marchó en busca de sueños y canciones.

Y aquella otra mujer que se dedicaba a tejer un paño de seda fina. Aquella que verla dormida es un resplandor con esos ojos color verde primavera. Esta dama de tamaña osadía tiene por nombre poesía.

La singular muchacha me acompaña cada día entre estanques repletos de palabras vacías; pero se llenan de otras que llegan con la lluvia tardía, que se nos lanzan a la boca.

Y apostemos por la poligamia, que la Democracia ya se ha ido, pero, ¡vamos!, no todo está perdido, que es un hecho que la Botella y la Poesía son buenas en el mismo lecho.

Yo no quiero ser clavo, sino conversador y prostituta...

Y que el cuento se ha acabado, me dicen, cuando aún no he comenzado a escribir este momento donde mis manos se volvieron expertas y mis palabras completas. Un colorín colorado de invierno, de Rudolph lamiendo la sangre, el reno, y dejando su nariz roja como la nieve en otoño.

Ese otoño tan frío, tan malo para el barniz que le daba a mi mente para que no huyeran los colores.

Y en un reino muy lejano, de cuyo nombre no quiero acordarme, bailaba, entre las flores, muy digno caballero de cabeza en ristre y únicamente armado con los lamentos de sus amores. Unos pastores se reían de su ignorancia, su inocencia y su falta de gracia; y es que, en general, era un iluso, y no le acuso por su falta de experiencia, pues su excelencia es una zorra de las que cambian carne por vino y joyas (podría, siguiendo el tema, hacer una rima desagradable, pero sólo diré que residía en Chachapoyas).

Por suerte hay más mujeres-dijo el caballero borracho-y hay muchas, más perfectas, con un sólo verbo en pasado; mujeres que tienen como presente sueños desenfrenados,no saben lo que dicen o lo que escriben (si es que escriben algo).

Prefiero las mujeres de bombilla, que sobre un cielo cuadrado, observan y mueven sus fichas y se quejan si les como el caballo. También hay hombres buenos sobre ese cielo cuadrado, aunque soy idiota, no disfruto de su compañía porque odio lo que soy, lo que tengo y sus manos.

Pero volvamos a esas mujeres que, por suerte, no son pocas, mujeres de parque y camino y amistad entre copas. Mujeres que sólo con palabras te hacen llegar al orgasmo, mujeres que no necesitan que sus ropajes sean caros, mujeres que nunca hacen uso del engaño.

Mujeres, que al observar su individual figura; sean feas o guapas, famélicas o bellas; sólo ves en ellas una mente hermosa.

Y había un pobre burgués perdido un el interior de una choza, clavando el tejado a clavos sin echar en falta mozo, moza o esposa. Intentando desclavar un clavo martilleando con fuerza otro. Y así, en ruta, pensó: Yo no quiero ser clavo, sino conversador y prostituta.

El caballero entró en la choza, se sirvieron un buen vino y se pusieron a divagar los dos inquilinos; sobre política, sobre poesía, sobre algún escrito, sobre lo absurdo de este mundo y sobre ese vino. Se releyeron las mentes y se hicieron un extraño. Salieron al mundo a vivir esos engaños, que nos enseñan día a día, que no son malos aunque nunca acaben de atar cabos.

Y buscamos la irracionalidad porque es lo que mejor entendemos. Cantando cada noche y aún nos comprendemos; aunque no nos oigamos, aunque no nos encontremos, aunque sólo cante a la Luna pues es la única dama que me escucha, deseando mostrarme sus encantos y ahogarnos en la locura.

Pero nos ahogaremos en silencio para que el Sol no se despierte, para no perder tus ojos cuando acuda a tu frente. Y así, en silencio, tatuaré mis versos dementes en tu piel de porcelana, en esos hombros que me pierden, en tu dulce boca deseada.

Yo antes era una ignorante.

Yo era una ignorante.
Me crié creyendo que la matrícula
de mi coche era ciertamente,
su fecha de caducidad.

En esa época no necesitaba sueños
para seguir amaneciendo
pues ya estaban hechos
y yo, ignorante, seguía creyendo.

Pero después de tantos desengaños:
esos reyes magos, mi educación el trabajo;
empecé con esos dulces pensamientos
por los que me odiaban los extraños.

Muchos nombres me pusieron
los hombres que por mí pasaron.
Ahora mestizos o extintos
les da por llamarme España.

Me despierto cada mañana
con un fuerte dolor de duodeno
y es que esta comunidad de vecinos
no tiene ni pies ni cabeza.

Curarme no puedo
pues yo no hay sanidad
pero no os preocupéis
que nos sobra brutalidad.

Estudié hace siglos,
eso sí, por la privada
(sin dinero ya no hay nada)
y saqué el grado en Democracia.

Pero con el tiempo lo he olvidado
y todo este tiempo viví en el paro.
Me levanto de la cama
y os miro, agotada.

Y por primera vez en mucho tiempo
oigo en vuestras voces la canción;
os siento calmados, es el momento...
¡Gritemos juntos revolución!

Y es que ya no hay musas...

Quédate una noche más
Tú dulce musa que no existe
Que no huye que no ayuda y que no viste
De fina seda de Viena

Tú Rosa de Lima perdida
Entre bastidores y pasapalabras
Tú que sigues en busca por mi mente
De esa nada que tanto abunda

Pero yo seguiré tras las respuestas
Que sólo hacen despegar más preguntas
Que en las mañanas de invierno
Nublan mi paciencia oculta

Ojalá fuera yo Oliviera
Tan desalmado tan lisonjero
Y tan preocupado por el resto

Pues como él yo busco algo
Encontrando por el camino
Cosas preciosas inesperadas horribles
Por las que me volveré por completo chalado

Esa risa de absurdo encontrado
Por fin en algún momento
En algún bar o una esquina
Que de frío nos quita el sueño

Musa sé que no existes
Y que tampoco inspiras demasiado
Así que me quedaré con estos amigos
Que ríen y gritan a mi lado

Trabaversos.

No sé como es esto pero siento
Estar escribiendo
Creo que se ha caído el techo
En un cuaderno en blanco
Por fin puedo salir volando

Suerte que esta pecera tiene
Una pequeña puerta
No sé si llegaremos a dos
Un precioso escape
Momento por el camino

Pero aún tengo que
Golpear la pecera
Pero sin techo la lluvia hiela
Y esperar tranquilo
Y el frío cala los huesos

A un día en que mi casa
Sea muy pequeña
Pero no pienso morir preso
Y pueda no volver con la mañana
Sé que acabaré huyendo con el reestreno

Y brindaré contigo si me traes
Un destino completamente nuevo

Brindis para una noche de invierno.

Había una vez un café con leche
Y había también un vodka perdido por el campo.


Había una vez un ti imprevisto.
Un ti provisto, para los demás, de un ella;
Una botella de cerveza fría
Para calmar las ilusiones.

Y puede que hubiera también un escenario
Donde estaba yo sin mi yo,
Un ser mucho más temerario
Que bailaba en mi cuerpo entre portales.

Puede que ayer brindáramos por la bebida,
Pero hoy, sin abandonar ese buen hábito,
Brindemos también por las noches perdidas.

Pero brindemos con arsénico, por compasión,
Porque amo a esa que es mi musa
Aunque no despierte en mí la inspiración,
Aunque sea una puta, una Areusa.

Pero brindemos no sólo con cerveza,
Pues un buen brindis siempre cuenta con un poco de amor casero,
Un poco de calor y un poco de celos.

¡Mierda! Aún está ese ti, esa ella
Que nubla mi vista en la niebla.
Esa lluvia fría de invierno
Que me ama y me mata en mis sueños.
Ya es tarde, dejémonos de divagaciones y pajas mentales
Que aún no han llegado carnavales;
Y que a mí aún me queda media botella
Para beber en su ausencia o con ella.

Copla lisiada a un ti cualquiera.

Ojalá venza por ti
Sin conocerte de nada
Y otro día
Ojalá llegue a su fin
Este esperpento en la casa
Y otra vida
Donde corro por los campos
Y las calles de este mundo
Donde pienso
Que mis ojos son tu estrado
Y que tú eres un súcubo
En mis sueños.

Perderse

Otra mañana
de casi invierno
cuando te levantas
sin estar despierto

Y tras horas divagando
encuentras lejos a la Luna
tan lejos que no ayuda
a estampar tu musa en un cuaderno

Soñando de camino a ninguna parte
entre las hojas de una novela
que no sabías que existiera

Enseñándote a estar vivo
mientras canta con tu cuerpo
una balada alegre
a quien cree que está despierto
Tú que llamas hogar
a la tierra
donde crecen malas hierbas

Y entre lavanda amistosa
nos descubres
tus más temidas ideas

Con tu guitarra sonando
nos relatas tu patria
para nada nostálgico

Y como bien dijo un sabio
con su voz apasionada:
Una es fuerte y es fiel
la otra un papel.

Aun cuando dudas que tu musa
sea la musa que te gusta
viene un café oscuro y sabroso
que deshace las preguntas

Por deberme el Olimpo
hoy te elijo a ti, Perséfone,
y deseo que el infierno
te atrape como a mí

Disfrutando casa paso,
cada botella, cada plato
y por encima de mi vida:
que ames, como yo, estar perdida.

Sueños (Zaragoza)

Un ángel caído de un pilar
Con las alas llenas de raíles
Que nos duermen
En nuestro camino a la comprensión

Y dormidos soñamos
Soñamos
Con música y cabaret
Con fuego y admiración

Soñamos
Con humo y bicicletas
Con noches
De azúcar y aceite

Con caras y nombres
Y no soñamos
En vano

Recordamos,
Y aun cuando despertamos
Nada desaparece
Es letra ininteligible
La que mejor se lee
Y un mareo de niebla
En el momento preciso

Una risa de lugar lejano
De persona ausente
A la que el sueño destrozamos

Nuestro sueño
Produce sueños
Y el cansancio
Momentos de café y música

Y mueve los dedos
Ágilmente
En busca del vaso
Con el que interpretar su melodía

Pero las teclas, desobedientes,
Nos llevan a la bóveda
De los recuerdos

De las cuerdas
Y las carreras
Para llegar
A la inesperada vuelta
Y el despertar indeseado...

Entre andenes.

La ventana a un mundo
Que aun no has conocido
Se mueve por los campos
Sembrados
De los ojos que aun no has visto

Y en los labios de la luna
Se refleja el fuego
De mis juegos de noche
Con estrellas riendo

Brillando con la felicidad
Que nos llevan a la playa
Y el océano,
En el que se ven mis malabares perdidos

Del que sale la voz
Que me arrastra
Corriendo
Por los raíles del destino

Y aun siendo esto cierto
Me he visto
Evitar el camino
Que todo lo que tengo iba a darme

Pero un día nací
Soltando amarras
Y piquetas
Y me refugié en sus palabras
Y en la niebla

Crecí aprendiendo
En la pachamama
Como si la mía fuera

Y entre fríos árboles dormí
Y soñé
Que colgaba entre andenes,
Entre carros y senderos;
Entre aviones y trenes

Y así desperté.

...que los labios vuelvan a abrir antiguas heridas.

Una noche a las 4 de la mañana, con lágrimas sobre la cara y silencio alrededor...
Cerveza en la memoria y libertad en el mañana; libertad para no amar y para buscar la felicidad.
Y entonces lo encuentras, allí, en contra de tus planes. Tan efímero y pasadero... La hora pasa rápida, la siguiente aun más... Y allí sigue unos minutos más riéndose, tímida, en tu memoria.
Empieza por el labio y sigue por el cuello; tranquila y apasionada acaricia con sus labios tu ceja, haciéndose desear...
Y Dalí se marcha y aparece el tiempo, no deformado ya, sobre tus rodillas. Y te miro y me miras y con la arena te marchas por el remolino. Y es entonces cuando entiendo este reloj de arena que nunca gira, y la perspectiva desde arriba es fría y lejana, donde el calor de la arena no te toca y tus manos tratan de romper el cristal para salir al desierto y volver a esa libertad de la que creías gozar.
Pero todo se rompe y te ves solo en el asfalto, gritando por volver.
Deseando que los labios vuelvan a abrir antiguas heridas.

El Océano

El hocico del pequeño Grun se acercó a su mayor héroe; la gran figura paterna que siempre lo había resguardado del frío y del miedo, que lo había alimentado y cuidado... y le dijo, cubierto por el respeto de los jóvenes de antaño:
-¿Qué es un metro?
-Un metro es una unidad de distancia,-dijo Padre- de separación de lo querido, de deseo herido por lo cercano e imposible, de placer inalcanzable, de dolor requerido.
-¿Qué es un kilómetro?
-Un kilómetro es un reto, es el que marca el camino, el que lo rompe y te lo entrega, el que te empuja a seguir adelante para que un día el sufrimiento del metro te alcance lleno de alegría.
Pero el amor no lo es todo...
-Y... ¿qué es un océano?
-Un océano es lo que marca la diferencia. Como el metro, duele y atemoriza, pero aun así es tu meta, tu reto, tu camino, así como el kilómetro, te anima y despreocupa. Te hunde y reblandece en lágrimas mientras juras avistar tu nuevo mundo. Te agarra y te lanza a las manos de la selva y el desierto, la miseria y la riqueza, la rebeldía y la sumisión... y aun así nunca dejarás de querer cruzarlo. Cruzarlo una y otra vez para crecer; crecer y romper la fronteras de tu imaginación y de tu cuerpo; volar sobre las olas y despertar lleno de barro entre sucias alimañas como una de ellas. Nunca habrás visto a un hombre cruzar un metro con la facilidad con la que cruza un océano...

Cuando Padre bajó la cabeza vio al pequeño Grun durmiendo, tenía una sonrisa deibujada en su diminuta boca y se le veía complacida.
Entonces Padre se acercó a su oreja y le susurró:
-Algún día cruzarás el océano, hijo, y entonces lo que veas al otro lado te acompañará toda tu vida hasta que consigas regresar...

Más allá del océano, donde las cataratas cantan y dormir no merece la pena...