domingo, 18 de diciembre de 2011

...que los labios vuelvan a abrir antiguas heridas.

Una noche a las 4 de la mañana, con lágrimas sobre la cara y silencio alrededor...
Cerveza en la memoria y libertad en el mañana; libertad para no amar y para buscar la felicidad.
Y entonces lo encuentras, allí, en contra de tus planes. Tan efímero y pasadero... La hora pasa rápida, la siguiente aun más... Y allí sigue unos minutos más riéndose, tímida, en tu memoria.
Empieza por el labio y sigue por el cuello; tranquila y apasionada acaricia con sus labios tu ceja, haciéndose desear...
Y Dalí se marcha y aparece el tiempo, no deformado ya, sobre tus rodillas. Y te miro y me miras y con la arena te marchas por el remolino. Y es entonces cuando entiendo este reloj de arena que nunca gira, y la perspectiva desde arriba es fría y lejana, donde el calor de la arena no te toca y tus manos tratan de romper el cristal para salir al desierto y volver a esa libertad de la que creías gozar.
Pero todo se rompe y te ves solo en el asfalto, gritando por volver.
Deseando que los labios vuelvan a abrir antiguas heridas.

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