domingo, 18 de diciembre de 2011

...son buenas en el mismo lecho.

Puede que camine por la calle o puede que los valles hayan atrapado el momento de necesitar un ella que no tiene por qué ser más que una botella, aunque esté a medias, aunque haya sido violada por otros labios, aunque le pesen los años.

Pues estas cristalinas damas son la únicas a las que la mañana y el tiempo no les sienta mal. Y como dicen: una de cal... y otra de avena, que me ha dado por recordar cadenas, cadenas que se rompen al navegar.

Y si nos ponemos a caminar podremos ver la Luna llena, llena de frases que se pisan al pasar, frases que no merece la pena recordar.

Miro a la ventana y no me devuelve la mirada. Nada, no veo nada. Incluso el viento que aquí es mi aliento ha huido con la calma. Ese viento que en su momento fue mi compañero de cama y le dejaba acariciar mi cuerpo como si fuera lana.

Retomemos la botella. Estaba ella tranquila, apoyada sobre una estrella. De compañía,señores, tenía tres volcanes, una rosa y una boa o un sombrero.

La transparente en cuestión llegó un buen día a esa estrella durmiente. Durmiente porque había sido abandonada por su humilde dueño, que se marchó en busca de sueños y canciones.

Y aquella otra mujer que se dedicaba a tejer un paño de seda fina. Aquella que verla dormida es un resplandor con esos ojos color verde primavera. Esta dama de tamaña osadía tiene por nombre poesía.

La singular muchacha me acompaña cada día entre estanques repletos de palabras vacías; pero se llenan de otras que llegan con la lluvia tardía, que se nos lanzan a la boca.

Y apostemos por la poligamia, que la Democracia ya se ha ido, pero, ¡vamos!, no todo está perdido, que es un hecho que la Botella y la Poesía son buenas en el mismo lecho.

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