domingo, 18 de diciembre de 2011

Brindis para una noche de invierno.

Había una vez un café con leche
Y había también un vodka perdido por el campo.


Había una vez un ti imprevisto.
Un ti provisto, para los demás, de un ella;
Una botella de cerveza fría
Para calmar las ilusiones.

Y puede que hubiera también un escenario
Donde estaba yo sin mi yo,
Un ser mucho más temerario
Que bailaba en mi cuerpo entre portales.

Puede que ayer brindáramos por la bebida,
Pero hoy, sin abandonar ese buen hábito,
Brindemos también por las noches perdidas.

Pero brindemos con arsénico, por compasión,
Porque amo a esa que es mi musa
Aunque no despierte en mí la inspiración,
Aunque sea una puta, una Areusa.

Pero brindemos no sólo con cerveza,
Pues un buen brindis siempre cuenta con un poco de amor casero,
Un poco de calor y un poco de celos.

¡Mierda! Aún está ese ti, esa ella
Que nubla mi vista en la niebla.
Esa lluvia fría de invierno
Que me ama y me mata en mis sueños.
Ya es tarde, dejémonos de divagaciones y pajas mentales
Que aún no han llegado carnavales;
Y que a mí aún me queda media botella
Para beber en su ausencia o con ella.

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