Puede que las aceras recuerden su nombre
yo nunca lo supe
sus piernas recorrieron mis neuronas
y las quemaron con su suave nunca parar
Mis ojos la acompañaron cada noche
a su casa y la desnudaron
robándole cada palabra de mi boca
devolviéndole placeres de mi mente
El espejo demostró la larga locura
de que eran objeto sus hombros
cada momento de duda
de sus labios cerrados
Nunca un abdomen guió de esa forma a mis dedos
sin que yo lo viera ni siquiera en la oscuridad
y hacia mí corrió en la distancia
sin volver siquiera la mirada
Sus ojos los tapaba un velo
de desconocimiento y anonimia
pero en ellos me ahogaría
si algún día los descubriera
Y si algún día se despierta
verá su cabeza solitaria en la almohada
y la mía habrá huido hacia otras desconocidas
Y otras noches de sueños aún desconocidos.
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