miércoles, 25 de enero de 2012

La desconocida III

Un pincel dibuja la curva de sus hombros
cuando la manga de la amplia camiseta
se desliza brazo abajo.

Y resguardado en un rincón
observo
cómo acarician su cabello
las gotas de lluvia tras bajar de rama en rama.

Por anámnesis se marcan en mi retina
cada uno de los poros más ocultos de su piel,
su calor, su anatomía, su espera...

Y ante esta feliz kénosis
me siento iluminado.

Y como caído del cielo observo,
con un aire de derrota,
el ariete de sus caderas
que derrumba la puerta que da a mi memoria.

Pero el café está caliente
y la música es buena
que se pierda por una vez,

que se vaya, desaparezca
ese súcubo desnudo, empapado
del fluido de los sueños.

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